9/15/2012
Nutrias marinas podrían ayudar a controlar el calentamiento global
Credit: mikebaird/Flickr
Imagen gráfico: Science Jirank
Una mayor abundancia de nutrias de mar, ¿podría revertir una de las principales causas del calentamiento global?
Un estudio realizado por dos investigadores de la Universidad de California (UCSC) sugiere que una próspera población de nutrias de mar que mantenga los erizos de mar bajo control puede, a su vez, permitir que prosperen los bosques de algas. Si las algas crecen en abundancia, pueden absorber hasta 12 veces más dióxido de carbono de la atmósfera que cuando quedan a merced de los voraces erizos de mar, determinaron los autores de la investigación.
La teoría fue presentada en un trabajo publicado recientemente en la revista Frontiers in Ecology and the Environment por los profesores de la UC Santa Cruz, Chris Wilmers y James Estes.
“Es significativo porque demuestra que los animales pueden tener una gran influencia en el ciclo del carbono”, explica Wilmers, profesor adjunto de estudios ambientales.
Wilmers, Estes -que es profesor de ecología y biología evolutiva- y sus colaboradores combinaron datos de 40 años sobre las nutrias y los florecimientos de algas desde la isla de Vancouver hasta el extremo oeste de las islas Aleutianas, en Alaska. Hallaron que las nutrias “tienen, sin duda, una gran influencia” en el ciclo del almacenamiento del carbono.
Al comparar la densidad de las algas cuando hay nutrias y cuando no hay de estos animales, descubrieron que “las nutrias tienen un efecto positivo indirecto en la biomasa de las algas, al evitar que prosperen los erizos de mar, que se alimentan de ellas”. Cuando las nutrias están en los alrededores, los erizos de mar se mantienen ocultos en las grietas y consumen restos de algas. Sin nutrias al acecho, los erizos de mar consumen vorazmente las algas vivas.
Las algas son particularmente eficientes a la hora de secuestrar dióxido de carbono de la atmósfera a través de la fotosíntesis. La concentración de carbono en la atmósfera aumentó un 40% desde el inicio de la revolución industrial, lo que provocó un aumento de las temperaturas globales, escribieron los autores.
Wilmers y Estes reconocen que diseminar la población de nutrias no resolverá el problema del aumento de dióxido de carbono en la atmósfera, pero sostienen que la restauración y la protección de las nutrias es un ejemplo de cómo la administración de las poblaciones de animales puede afectar las capacidades del ecosistema para secuestrar carbono.
“En este momento, todos los modelos de cambio climático y los métodos propuestos para secuestrar carbono ignoran los animales”, señala Wilmers. “Pero los animales de todo el mundo, operando de distintas maneras para influir en el ciclo de carbono, podrían, en realidad, tener un gran impacto.”
“Si los ecologistas pueden comprender mejor estos impactos, podría haber escenarios de conservación beneficiosos para todos, en los que las poblaciones de animales se protejan o mejoren y se logre secuestrar el carbono”, agrega.
Mitigar el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera es una cuestión urgente en la conservación ambiental global, con muchos obstáculos y sin soluciones fáciles, afirman los investigadores. Al respecto, destacan que se establecieron mercados en Europa y Estados Unidos para comercializar créditos de carbono y, de esta manera, se inyecta un incentivo económico ya sea para reducir la producción de dióxido de carbono o para aumentar el secuestro del mismo.
Los investigadores calculan que el dióxido de carbono eliminado de la atmósfera a través del vínculo entre las nutrias y las algas podría valer entre USD 205 millones y USD 408 millones en la bolsa europea de intercambio climático.
"Una idea tentadora" sería vender el dióxido de carbono secuestrado indirectamente por las nutrias que protegen los bosques de algas, dicen los autores del estudio, "como una manera de pagar por su reintroducción y administración o de compensar las pérdidas a las pesquerías por la depredación de las nutrias.”
Fuente: FIS
Artículo científico: Do trophic cascades affect the storage and flux of atmospheric carbon? An analysis of sea otters and kelp forests