Una rara afección se ha presentado en los últimos años entre los pichones de los pingüinos africano y de Magallanes: van perdiendo el plumón y se quedan pelados . Los especialistas están desconcertados, porque ha ocurrido sobre todo en los centros de rehabilitación, y porque las aves que sobreviven, terminan teniendo un plumaje normal.
El resultado de estas primeras observaciones acaba de ser publicado en la revista Waterbirds , y los autores esperan que sirva de alerta para investigar qué ocurre en todas las colonias de pingüinos. De las 18 especies existentes, hasta ahora lo han detectado en dos.
El mayor número de aves enfermas se ha registrado entre pingüinos africanos, en la Fundación Sudafricana para la Conservación de Aves Costeras (SANCCOB, su sigla en inglés), en Ciudad del Cabo. Los frecuentes derrames de los buques cisterna obligan a ese centro a una actividad intensa para limpiar pingüinos empetrolados.
Esa especie sufre mayores amenazas que los magallánicos, a causa de la sobrepesca, que les retacea la comida, y del cambio climático. “Como la distribución de los peces se modificó, están abandonando sus colonias para irse hacia el Este –señala Pablo García Borboroglu, investigador del Conicet en el Cenpat, y coautor del estudio–. A raíz de eso, cuando falta comida, muchas veces los adultos tienen que abandonar a las crías . Estos centros los recogen hasta que puedan alimentarse solos”.
Allí fue donde, en 2006, comenzaron a ver que iban perdiendo mechones de plumón, hasta quedar desnudos.
Se trata del plumón suave con el que salen del huevo, que los mantiene aislados térmicamente pero no es apto para estar en el agua; a los 90 o 100 días, es reemplazado por un plumaje impermeable.
Ese año, el extraño mal afectó al 7% de las aves recogidas; en 2007, al 18% y en 2008, al 11% (en las colonias, el número fue mucho menor). Alimentados y mantenidos en calor en el centro de rehabilitación, su mortalidad fue similar o inferior a la del resto de las crías.
Cuando los pichones sanos mudaron de plumas, a los pelados también les creció el “traje” impermeable. Sin embargo, eran más pequeños que los demás , y necesitaron más tiempo en el centro de recuperación para estar en condiciones de ser liberados.
En Argentina se detectaron crías de pingüino de Magallanes sin plumas, en un número mucho menor, en las colonias de Punta Tombo, San Lorenzo, Caleta Valdés y Cabo Dos Bahías. “En estado silvestre no tienen aislación térmica, y gastan más energía en termorregular, que en crecer.
Y a la edad en que tienen que migrar, son mucho más chicos que los otros –observa García Borboroglu–. En un pichón no muy gordo, es una mortalidad adicional”.
Los científicos no contaron con recursos para investigar la causa. “No hay lesiones de ningún tipo, ni inflamación de los folículos de las plumas –agrega–.
Hasta ahora sólo hay hipótesis.
Todo indica que podría ser un virus” . Según el biólogo, en ese caso, el estar mal nutridos los haría más susceptibles de enfermarse.
“Lo reportamos para llamar la atención de otros especialistas –señala García Borboroglu–. Nos preguntamos qué estará pasando en colonias que ni siquiera se visitan, como las subantárticas, y otras que quizás no se conocen. Primero se necesita saber la causa, y si está dispersándose a otras colonias y a otras especies de pingüinos”.
Un argentino reconocido en todo el mundo
El doctor Pablo García Borboroglu preside Global Penguin Society (www.globalpenguinsociety.org), una coalición internacional dedicada a la protección de todas las especies de pingüinos del mundo, promoviendo la conservación integrada de los océanos a través de la ciencia, la gestión y la educación.
El biólogo argentino creó GPS con los 150.000 dólares del premio Pew Fellows in Marine Conservation, que le fue adjudicado en 2009. “Los pingüinos son mucho más que íconos carismáticos de los paisajes antárticos: sirven como alarmas tempranas de alerta para los ambientes oceánicos –señaló entonces Joshua S. Reichert, director ejecutivo de Pew Environment Group–. Trabajando para reducir las amenazas a las poblaciones de pingüinos en los océanos australes, el doctor Borboroglu también contribuirá a restaurar el balance en los ecosistemas marinos a través del hemisferio sur.
FUENTE: diario Clarín
FUENTE: diario Clarín