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6/08/2010

VUELTA DEL CALYPSO- El barco que cambió nuestra perspectiva del mar.


VUELTA DEL CALYPSO- El Calypso volverá a navegar, aunque esta vez dejará de lado la exploración para albergar una exposición educativa. La vuelta al océano de este barco "es importante porque Calypso actuará como un embajador de las buenas decisiones sobre el mar", según Francine Cousteau. "Mi objetivo es que el barcoaporte información que sirva para tomar medidas de conservación sobre el medio ambiente a largo plazo".
Entre los actos del aniversario, la sociedad National Geographic realizará una expedición en el mar Mediterráneo dirigida por el hijo del explorador, Pierre-Yves Cousteau, y por el científico español de la organización, Enric Sala. Durante un mes, el equipo filmará estas aguas a bordo del Alcyone para observar los cambios que la historia ha impreso en ellas desde que Cousteau las grabase por primera vez en la década de los cuarenta.
Esta expedición "traerá malas noticias, ya que veremos cómo muchos de los sitios que descubrió Cousteau ya no existen", explica el director de Ciencia y Medio Ambiente de la Sociedad Cousteau, Tarik Chekchak. No obstante, también opina que habrá buenas noticias. Según Chekchak, "se podrá comprobar cómo las áreas protegidas han ayudado a conservar el medio ambiente".
Durante más de 40 años, el Calypso recorrió los océanos desde sus aguas más cálidas en los trópicos hasta los gélidos casquetes polares de la Antártida, capitaneado por el explorador, inventor, documentalista y activista medioambiental francés Jacques Cousteau (1910-1997). El barco será reflotado con motivo del 100º aniversario del nacimiento de su capitán, que tendrá lugar el próximo viernes.El que hubiera sido el centenario del explorador ha servido a la organización que lleva su nombre para hacerle un homenaje con sucesivos eventos que se alargarán durante un año. Uno de los últimos será la botadura del Calypso en mayo de 2011.


ORÍGENES DEL CALIPSO

Jacques Cousteau descubrió en Malta en el 1950 el buque que había de convertirse en su enseña. Se trataba de un viejo dragaminas, botado en 1942, de la Royal Navy, transformado en ferry y que tenía el prosaico nombre de J-826. Cousteau encontró que era ideal para sus planes de explorar los mares y gracias a la financiación de Loël Guinness, el contrato de compra-venta se formalizó oficialmente el 19 de julio de 1950. En el contrato de leasing entre ambos, el Sr. Guiness le cedía el buque al capitán francés por el simbólico precio de 1 franco anual.
Acababa de adquirir el sueño de su vida.
Inmediatamente, el Calypso, que fue como se rebautizó al buque, se llevó a los diques de Antibes, en Francia, donde sufrió una profunda transformación que le convirtió en un buque oceanográfico. Una de sus innovaciones era la “falsa nariz”, que era una cámara de observación submarina construida en la proa y equipada con ocho ojos de buey para poder observar. La mayoría del equipamiento fue donado por el sector privado y la Marina Francesa. Jacques Cousteau y su esposa Simone aportaron gran parte de su patrimonio personal para poder obtener recursos para el barco.
En junio de 1951, Cousteau decidió que era de poner el buque en el agua e inició la aventura. Se dirigió primero a Córcega y la tripulación consistía únicamente en una serie de amigos y la familia Cousteau al completo. El 24 de noviembre se inició el trabajo en serio, siendo el primer destino el Mar Rojo, donde iban a estudiar los corales. La tripulación obtuvo valiosos documentos topográficos y fotográficos, así como pruebas de la existencia de flora y fauna submarinas totalmente desconocidas. Cousteau regresó, convencido de que sólo había una solución para la comprensión del mar. Como él decía “Debemos ir por nuestros propios medios”. El Calypso era la herramienta ideal para ese desafío.
La conservación marina.
En julio de 1952, el Calypso se dirigió desde su nueva base en Marsella al islote de Grand Congloué, donde se suponía existía un pecio del S.III a.C. a 40 metros de profundidad. En esta expedición participaría para el estudio un joven Albert Falco, que al parecer trajo suerte, puesto que se encontraron cientos de ánforas y fragmentos de cerámica, que se llevaron a la superficie y donadas al Museo Borely y al Museo de los Muelles Romanos de Marsella. Durante el verano de 1953, el Calypso se empleó para probar unas cámaras submarinas nuevas y flashes electrónicos inventados por el Dr. Harold Edgerton, lo que les permitió fotografiar animales en aguas profundas, llegándose a los límites de la exploración submarina. El buque estaba listo en ese momento para llevar a cabo sus aventuras televisivas, totalmente equipado y tripulado por 28 personas.
En esos años, mediados de los 50, empezó a trabajar con Luis Marden, con quien descubrió nuevas técnicas en la fotografía submarina. El 1963, junto a Jean de Wouters, desarrolló una nueva cámara submarina a la que bautizaron como Calypso – Phot que posteriormente fue patentada por Nikon convirtiéndose en la Calypso – Nikkor. Esta época fructífera del en la producción de ingenios que le permitiese acercarse aún más a la realidad submarina, no se detuvo y junto a Jean Mollard creó el SP-350, un submarino con capacidad para dos personas que podía sumergirse hasta los 350 metros. Sucesivas mejoras en este prototipo les permitieron llegar en 1965 a los 500 metros de profundidad.
Ya en 1967, volvió a reunirse con su tripulación en Fontaine de Vaucluse, junto con otro ingenio: un robot submarino teledirigido denominado Télénaute. Esta vez, esperaba que este aparato le permitiese lograr lo que no pudo en 1946: el origen del río. Consiguieron que el robot llegara a los 106 metros ante de alcanzar un sumidero por el que no podían pasar.
Esto, le animó a realizar una película denominada Épaves (Pecios), con lo que se continuaba una exitosa carrera documental, entre la que caben mencionar los tres Oscar de la Academia por El Mundo silencioso (1956), El pez dorado y Mundo sin Sol (1964) o la Palma de Oro del Festival de Cannes de 1956. Y por supuesto, ¿quién no recuerda la maravillosa serie El Mundo submarino?
Durante 40 años, el Calypso, capitaneado por Cousteau y sus equipos, se dedicó a explorar el rico y frágil ecosistema marino. A la vez buque de trabajo, base de operaciones y hogar, el barco navegó desde las cálidas aguas de Océano Índico a las gélidas y tempestuosas aguas de la Antártida. Se convirtió en símbolo de un mundo que se podía explorar y cuidar. Pasó por duras pruebas como huracanes, tormentas, hielos perpetuos, icebergs y bancos de arena. E incluso una vez, en el Canal de Suez casi fue hundido por error durante el conflicto árabe-israelí de 1956.
Pero esta gloriosa vida dedicada a la investigación, tuvo su trágico final el 8 de junio de 1996, en Singapur. Ese día, a las tres en punto de la tarde, una barcaza golpeó al buque, dañándolo seriamente cuando se encontraba maniobrando para dirigirse una expedición en el Yang Tsé (Río Amarillo). El terrible golpe, perforó el casco y la vieja y gloriosa dama se fue a pique, reposando sobre el lecho arenoso del puerto de Singapur. Costó 17 días sacar el buque del fondo del mar, sin embargo, debido a los daños recibidos, su destino era ya irrevocable: sería el ejemplo, para las futuras generaciones, de la vida y obras de su tripulación alrededor del Mundo. Esas eran las intenciones que tenía el famoso capitán, que sin embargo nunca pudo llegar a ver cumplidas, puesto que el 25 de junio de 1997, a la edad de 87 años, fallecía como consecuencia de un ataque al corazón, mientras se recuperaba de un problema respiratorio que le había mantenido prácticamente apartado de su pasión, el mar, los últimos años de su vida.






RECONSTRUCCIÓN DEL CALYPSO