Ángel Orensanz es un escultor español,natural de Huesca, se estableció en Nueva York a mediados de los ochenta y creó la fundación que lleva su nombre en una antigua sinagoga del Lower East Side. Sus obras pueden encontrarse en plazas y museos de medio mundo. En 1996 fue inscrito por la Academía Internacional de Arte Moderno de Roma en su Albo d’Orojunto con Chillida, Manzu y Henry Moore; en 2001, la Bienal de Arte Contemporaneo de Florencia dedicó un homenaje a toda su obra, y un año después fue galardonado en España con la Medalla de Oro de la Academia de Bellas Artes.
Actualmente el artista aragonés ha finalizado en Nueva York una instalación centrada en los efectos del vertido de crudo en el Golfo de México provocado por el hundimiento de una plataforma petrolífera gestionada por British Petroleum, informó la fundación del artista.
El proyecto escultórico, titulado 'The Abyss of the Gulf' (El abismo del Golfo), consiste en una construcción realizada con lonas y fragmentos de diversos elementos que simulan un paisaje carbonizado y en el que convergen diversos lenguajes artísticos como fotografía, vídeo, música y texto.
La instalación, que ha sido generada en un espacio urbano de Manhattan, verá la luz el próximo mes de agosto en la Fundación del artista aragonés.
La interpretación metafórica del vertido realizada por Orensanz es una muestra de "emoción y sugestión" que permite no olvidarse del drama que empezó el pasado junio en las costas de Florida, aseguró la fundación en un comunicado.
"Descendemos al abismo y el abismo expulsa desechos y muerte", explicó la fundación sobre la nueva instalación del artista afincado en Nueva York.
Después de su viaje por el Golfo de México, Orensanz y su equipo iniciaron en Barcelona un trabajo de investigación en la costa mediterránea. De esta manera, pudieron documentar el impacto psicológico y físico de un fondo del mar destrozado por dos mil años de navegación comercial y recreativa.
Según el artista, la única diferencia entre el Golfo de México y el Mediterráneo es que el primero no está contaminado por los desechos de los buques griegos, romanos, árabes y de turistas, sino por plataformas petrolíferas.
Esta reflexión se ha plasmado en quince grandes murales de aluminio con “narrativas potentes que se podrán observar hasta el 9 de noviembre en la sede de su fundación.