El año pasado, Islandia y Noruega mataron 688 ballenas mientras que Japón, bajo la capa de investigación científica masacró a 1000 . En el siglo XX los humanos mataron a 1,5 millones de ballenas en todo el planeta.
Sin embargo, los informes de los dos últimos meses indican que con el fin de salvar la Tierra, las ballenas deben ser protegidas.
Las ballenas están ayudando a los investigadores a determinar de forma sin precedentes, la ciencia atmosférica, la oceanografía ártica, el alcance del cambio climático, la nutrición de la cadena alimenticia marina y los patrones migratorios. A propósito, todos estos fascinantes descubrimientos ocurren con parcos presupuestos científicos.
Recientemente, personal de la Sociedad Zoológica de Londres y de la Universidad de Queen Mary examinaron 156 ballenas azules, rorcuales y cachalotes en el Golfo de California, lugar de Patrimonio mundial de la humanidad. Las ballenas muestran a los científicos que si bien el agujero de la capa de ozono ha disminuido ligeramente, sigue permitiendo que radiación letal de rayos ultravioleta penetren en el escudo protector de la Tierra provocando cánceres de piel y cataratas.
A partir de las fotografías a alta resolución y del estudio de las muestras de la piel de las ballenas se ha concluido que las ballenas están sufriendo quemaduras provocadas por el sol durante el tiempo que pasan en la superficie.
De hecho, se espera que la radiación ultravioleta (UV) aumente un 4% en los trópicos y un 20% en los polos durante las próximas décadas y no se espera que los niveles de ozono se recuperen hasta 2050. Llegado este punto, los científicos no están libres de dudas de que varios cánceres de piel se desarrollen en las ballenas expuestas a altos niveles de radiación UV.
Investigadores de la Universidad de Harvard y la Universidad de Vermont han descubierto que las ballenas jorobadas en el Golfo de Maine transportan a la superficie cantidades masivas de nitrógeno desde el mar profundo, donde se alimentan, liberándolo en sus heces líquidas. Las ballenas jorobadas funcionan básicamente como una bomba biológica ascendente.
Resulta que las ballenas jorobadas contribuyen más al nitrógeno en el Golfo de Maine que todos los ríos combinados, aproximadamente 23.000 toneladas al año.
A su vez, estos nutrientes permiten que haya más fitoplancton, aumentando el suministro de alimento en la base de la cadena alimenticia marina y promoviendo las pesquerías y abundancia allí donde las ballenas concurren en grandes densidades.
Claramente, es erróneo reclamar, como lo hacen los tres países balleneros, de que las ballenas compiten con sus pesquerías comerciales; bien al contrario, las aumentan.
Las ballenas pueden ayudarnos también a monitorizar el cambio climático. Oceanógrafos de la Universidad de Washington y del Instituto de Recursos Naturales de Groenlandia marcaron con sensores a 14 narvales adultos en su hábitat ártico y determinaron que la temperatura del Océano Ártico era casi 2º F más templado de lo que anteriormente se había pensado.
El Ártico está templándose a un ritmo sin precedentes. En la década de 1980, el Ártico contenía 999.740 kilómetros cuadrados de hielo que tenía al menos cinco años. A finales de setiembre de 2010, únicamente permanece 56.980 kilómetros cuadrados de este hielo. El Ártico ha perdido el 97% de la capa gruesa de hielo que existía hace apenas tres décadas. El valor de las ballenas es inconmensurable cuando hablamos de monitorizar nuestro planeta. Nos ayudan a determinar la velocidad del calentamiento global y la extensión del agujero de la capa de ozono. Además, dado que el 40% del fitoplancton del océano se está perdiendo debido a las temperaturas del océano cada vez más templadas y a la acidificación debido a los niveles crecientes de absorción de dióxido de carbono, las ballenas son cruciales en su función de fertilizar los océanos y reponer el fitoplancton, base de toda la cadena alimenticia marina.
En 2008, 13 millones de personas de 199 países pagaron 2,1 millones de dólares por avistar ballenas. En todo el mundo, el turismo de avistamiento de ballenas aumenta un 10% al año.
Es hora de poner fin a la caza de ballenas y amnistiar a estas magníficas criaturas que nos están ayudando a sobrevivir en nuestro planeta azul.
Fuente : Original de Reese Halter, biólogo de la Universidad Luterana de California publicado en The Sydney Morning Herald
Save Me from Gary Stokes on Vimeo.
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