Una boya metereológica que fue arrojada al mar en la Costa de Massachussets,en enero del 2008, en el marco de una investigación sobre la contaminación acústica bajo el mar y su posible afección a las poblaciones de cetáceos, fue encontrada hace un mes en la playa de Cofete,en Fuerteventura, islas Canarias.
Ha estado a la deriva dos años, se presupone que la Corriente del Golfo ha sido la que ha impulsado la boya.
Dicha boya es un dispositivo científico de última tecnología de unos 46 kilogramos de peso. Sus equipamientos incluyen una potente batería de hidrógeno, varios discos duros de alta capacidad, diferentes aparatos de medición y un armazón esférico sellado al vacío para evitar el contacto con el agua de mar.
Dicha boya es un dispositivo científico de última tecnología de unos 46 kilogramos de peso. Sus equipamientos incluyen una potente batería de hidrógeno, varios discos duros de alta capacidad, diferentes aparatos de medición y un armazón esférico sellado al vacío para evitar el contacto con el agua de mar.
Todo el artilugio venía dentro de una carcasa de plástico de alta resistencia, en el que se detallaba la información necesaria para contactar con los responsables del proyecto.Existe una red de contactos entre los investigadores de cetáceos a nivel internacional.
Tras recorrer una distancia de 5.300 kilómetros, esta unidad submarina ha registrado una gran cantidad de datos bioacústicos a través de la medición de los ultrasonidos submarinos que permitirán conocer de qué manera los ruidos antropogénicos afectan a las poblaciones de cetáceos.
La localización por un taxista en la playa de Fuerteventura, alertó a la red de observadores de cetáceos que enseguida se comunicó con la universidad norteamericana. En estos días se procederá a su devolución, en un contenedor especial de seguridad, a la Universidad de Cornell,(EEUU)
Tras recorrer una distancia de 5.300 kilómetros, esta unidad submarina ha registrado una gran cantidad de datos bioacústicos a través de la medición de los ultrasonidos submarinos que permitirán conocer de qué manera los ruidos antropogénicos afectan a las poblaciones de cetáceos.
La localización por un taxista en la playa de Fuerteventura, alertó a la red de observadores de cetáceos que enseguida se comunicó con la universidad norteamericana. En estos días se procederá a su devolución, en un contenedor especial de seguridad, a la Universidad de Cornell,(EEUU)