Radio Televisión Española
DAVID SIERRA 25.08.2010
Durante las dos últimas décadas, el avistamiento de ballenas se ha convertido en uno de los apartados turísticos de mayor relevancia mundial.
Su mercado mueve, según los últimos datos de la Sociedad Mundial para la Protección Animal (IFAW) -en el año 2008-, casi 1.700 millones de euros y 13 millones de personas a lo largo de 119 países del mundo.
Las cifras, recogidas durante más de 18 meses por la empresa australiana Economists at Large and Associates of Melbourne, establecen que más de 3.000 barcos parten a diario en busca de cetáceos, con un grito de guerra: se mira, pero no se toca. Y lo único que se dispara son los flashes de las cámaras.
Las últimas estimaciones mundiales hablan de más de 13.000 empleados relacionados con este 'nuevo' fenómeno, el whale watching.
Canarias, la pionera
En España, los pioneros en este sector fueron las Islas Canarias. En 1995 se estableció un Real Decreto para regular su observación.
Evitar molestar a los animales, las colisiones, o dañar su medio. Son sólo algunas de las obligaciones para preservar las distintas espececies de cetáceos en las Islas, y que también está regulado a nivel nacional desde hace dos años, en 2008.
El archipiélago canario, más concretamente en Tenerife, es uno de los pocos lugares del mundo que ofrecen observación de cetáceos durante todo el año y, desde mediada la década de los 90, junto con Estados Unidos y Canadá es una de las tres zonas más populares del planeta en avistamiento de ballenas.
"Normalmente salen de media entre 43 y 46 barcos a diario para observar cetáceos. Casi todos lo hacen desde el suroeste, donde el mar en calma permite avistar las poblaciones residentes de calderones tropicales y delfines comunes", explica a RTVE.es Marisa Tejedor, investigadora de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC).
Una forma diferente de turismo
No todo es sol y playa en las islas Canarias. "Más de un millón y medio de personas han formado parte de alguna de estas expediciones en busca de los mamíferos marinos en 2009", reconoce la investigadora, lo que ha permitido recaudar entre 500.000 y 750.000 euros en la última campaña.
Este tipo de turismo es relativamente asequible para todos los que se marchan de vacaciones a las islas. "La media de los viajes es de unos 40 euros, y muchas veces incluye la comida y la bebida, en cambio, hace cinco meses pagué más de 70 en Canadá por hacer lo mismo", señala la científica.
La media de las expediciones en Canarias es de unos 40 euros
Además de las residentes, el archipiélago canario también es punto de paso para las especies migratorias. "La situación de Tenerife es clave, lo que ha permitido ver a los grandes rorcuales e incluso a la ballena azul, que se avistó en la Gomera", asegura Tejedor. Sólo unos pocos afortunados pudieron ver, hace unos años, al más grande de todos los animales del planeta.
Durantes las migraciones algunas especies recorren entre 5.000 y 6.000 kilómetros, a unos 35 kilómetros diarios. Aunque no todo es viajar. Aprovechan algunos parones para deslumbrar a los turistas, que al grito de "¡ballena a la vista!", disfrutan con sus espectaculares saltos y con el juego de sus colas sumergiéndose en el agua.
Durante las dos últimas décadas, el avistamiento de ballenas se ha convertido en uno de los apartados turísticos de mayor relevancia mundial.
Su mercado mueve, según los últimos datos de la Sociedad Mundial para la Protección Animal (IFAW) -en el año 2008-, casi 1.700 millones de euros y 13 millones de personas a lo largo de 119 países del mundo.
Las cifras, recogidas durante más de 18 meses por la empresa australiana Economists at Large and Associates of Melbourne, establecen que más de 3.000 barcos parten a diario en busca de cetáceos, con un grito de guerra: se mira, pero no se toca. Y lo único que se dispara son los flashes de las cámaras.
Las últimas estimaciones mundiales hablan de más de 13.000 empleados relacionados con este 'nuevo' fenómeno, el whale watching.
Canarias, la pionera
En España, los pioneros en este sector fueron las Islas Canarias. En 1995 se estableció un Real Decreto para regular su observación.
Evitar molestar a los animales, las colisiones, o dañar su medio. Son sólo algunas de las obligaciones para preservar las distintas espececies de cetáceos en las Islas, y que también está regulado a nivel nacional desde hace dos años, en 2008.
El archipiélago canario, más concretamente en Tenerife, es uno de los pocos lugares del mundo que ofrecen observación de cetáceos durante todo el año y, desde mediada la década de los 90, junto con Estados Unidos y Canadá es una de las tres zonas más populares del planeta en avistamiento de ballenas.
"Normalmente salen de media entre 43 y 46 barcos a diario para observar cetáceos. Casi todos lo hacen desde el suroeste, donde el mar en calma permite avistar las poblaciones residentes de calderones tropicales y delfines comunes", explica a RTVE.es Marisa Tejedor, investigadora de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC).
Una forma diferente de turismo
No todo es sol y playa en las islas Canarias. "Más de un millón y medio de personas han formado parte de alguna de estas expediciones en busca de los mamíferos marinos en 2009", reconoce la investigadora, lo que ha permitido recaudar entre 500.000 y 750.000 euros en la última campaña.
Este tipo de turismo es relativamente asequible para todos los que se marchan de vacaciones a las islas. "La media de los viajes es de unos 40 euros, y muchas veces incluye la comida y la bebida, en cambio, hace cinco meses pagué más de 70 en Canadá por hacer lo mismo", señala la científica.
La media de las expediciones en Canarias es de unos 40 euros
Además de las residentes, el archipiélago canario también es punto de paso para las especies migratorias. "La situación de Tenerife es clave, lo que ha permitido ver a los grandes rorcuales e incluso a la ballena azul, que se avistó en la Gomera", asegura Tejedor. Sólo unos pocos afortunados pudieron ver, hace unos años, al más grande de todos los animales del planeta.
Durantes las migraciones algunas especies recorren entre 5.000 y 6.000 kilómetros, a unos 35 kilómetros diarios. Aunque no todo es viajar. Aprovechan algunos parones para deslumbrar a los turistas, que al grito de "¡ballena a la vista!", disfrutan con sus espectaculares saltos y con el juego de sus colas sumergiéndose en el agua.
Espectaculares saltos de ballenas en Australia